—¿Quién eres tú?
—Végano.
—¿Qué haces
aquí?
—He venido a matarte.
—¿A mí?
—Sí, a ti.
—¿Por qué?
—No lo sé, sólo sé que
debo terminar con tu vida.
—¿Quién te manda?
—No es asunto tuyo.
—Sí, sí lo
es. Se trata de mi vida y mi muerte.
—Me envía la
muerte en sí.
—¿Esa de la guadaña?
—Sí, esa misma.
—¿Y por qué no ha
venido ella?